cartón pintado uno
la primera vez fue de manera tímida -como suele suceder las primeras veces-, la segunda ya conocía su nombre: Raquel, -fue por el pin del uniforme-. A la tercera le pintó la curiosidad -para qué querés los cartones?- me preguntó. A la cuarta me acompañó a mi casa y me sugirió colores. Quinta no hubo, la trasladaron a la sucursal San Vicente.
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